Miles de personas de nuestro país se ven obligados a dormir en veredas, plazas o avenidas y no cuentan con la posibilidad de disfrutar del calor de un hogar que ofrezca reparo ante las inclemencias del tiempo. Esta situación, se profundiza en el período invernal, momento del año en el que se evidencia en mayor medida la difícil realidad de quienes viven en situación de calle. Por eso, voluntarios de las Cáritas parroquiales y diocesanas se organizan durante todo el año para ofrecer abrigo, comida y especialmente ayuda, acompañamiento y contención a quienes más la necesitan.
Amigos por las Calles: un servicio de amor
Huellas de Esperanza visitó la experiencia “Amigos por las Calles” llevada adelante por voluntarios de la Comunidad San Egidio en la parroquia Nstra Sra. del Carmen de la ciudad autónoma de Buenos Aires, quienes cada jueves por las tardes se reúnen para que más de trescientas personas que viven en situación de calle cuenten con un amigo que los escuche, que les tienda un mano ofreciéndole un plato de comida caliente y abrigo suficiente para aliviar sus necesidades.
“Yo viví durante 20 años en la calle y allí todo es muy duro, especialmente el primer año porque –ante la mirada de los demás - uno se vuelve sospechoso y lo echan de todos lados”, recuerda Dardo Girard (66), quien habiendo superado esta difícil situación actualmente es voluntario y hace de las veredas y bancos de los barrios porteños de Tribunales, Congreso, Plaza Miserere, Plaza Constitución y Plaza Rodríguez Peña, un espacio para conocer y hacer nuevas amistades. “Hay que actuar según indica el corazón, sin prejuicios. Porque quien conoce de cerca a los más pobres, no les teme. Sabe que son personas que atraviesan situaciones difíciles”.
Por su parte, Hugo Manuel Del Pozo (59), es el voluntario quien desde hace tres años asumió con mucho amor el desafío de preparar la cena, una actividad que resulta posible gracias a la colaboración de muchas personas que donan los ingredientes necesarios. “Preparamos un guiso muy rico y de primera calidad. Empezamos alrededor de las 18 horas, luego lo separamos en bandejas, ofrecemos sándwiches de jamón y queso, piezas de pan y fruta. Una vez que tenemos todo listo, compartimos una oración y salimos a la calle con el corazón abierto para acercar un plato de comida caliente”.
“Yo tenía mucha ganas de ayudar y un día vi por la televisión que había un grupo que ya lo estaba haciendo. Entonces vine y me quedé”, recuerda Mónica Ferrace (53), voluntaria desde hace 5 años, quien asegura que se siente feliz al poder escuchar, saber que les pasa y ayudar a quienes menos tienen. “Ellos me devuelven mucho a mí. Además, al conversar tomo conciencia que mis problemas son mínimos respecto de sus necesidades y eso te hace ver las cosas de otra manera”.
Para compartir una tarde agradable junto a todos quienes viven en situación de calle, cada tanto se organizan bingos solidarios en los que todos los participantes reciben como premios elementos necesarios como termos, radios, pares de medias y además, al comenzar el invierno, se reparten frazadas para que puedan abrigarse durante las noches. “El primer paso es vencer la indiferencia e involucrarse. Estamos abiertos a recibir a todos quienes quieran participar porque siempre necesitamos de más manos”, concluye Marcia Cariola, responsable del servicio.
Quienes quieran colaborar pueden comunicarse con Marcia Cariola al teléfono 1151636710 o enviar un correo a [email protected]