En Uvira, en la República Democrática del Congo, la Comunidad de Sant'Egidio ha inaugurado la primera "Casa - Familia" para los ancianos del país. Alojará a 4 ancianos: Thèrese, de 70 años, Cecilie, de 74, Fidèle, de 82, y Jeannette, de 76.
Se trata de un signo importante, como destacó en la inauguración el obispo Sebastien Muyengo Mulombe, recordando las palabras del papa Francisco sobre la importancia de la atención hacia los ancianos y del valor que tiene cuando se valora el nivel de una civilización.
La situación de los ancianos en la República Democrática del Congo en general y en Uvira en particular es dramática. Solo en 2014 hubo al menos 10 linchamientos de ancianos, a los que se acusaba de ser brujos. A menudo, cuando muere un joven en una familia, se culpabiliza de dicha muerte al anciano, al que echan y dejan en la calle. En el peor de los casos es asesinado por la multitud de familiares; en el mejor de los casos, termina mendigando por las calles. Es un sistema inhumano que no oculta intereses materiales: muchas veces echar a los ancianos significa apropiarse fácilmente e impunemente de sus casas y de sus propiedades. La cultura del descarte que aflige a las sociedades occidentales –de la que habla a menudo el papa Francisco– se extiende también por África y legitima, por desgracia, la violencia hacia los últimos y los débiles.
Marie Claire Kabaka, de la Comunidad de Sant'Egidio, durante la inauguración recordó a los ancianos asesinados y recordó también que la casa inaugurada en el tiempo de Pascua es un signo de Resurrección. "Las piedras de esta casa tienen como cimientos el amor, un amor que es más fuerte que la muerte". Un signo concreto de esperanza que hay que difundir y comunicar, para una cultura de convivir que no excluya a nadie..
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