Macenta es una gran ciudad en la región forestal de Guinea, cercana a la frontera con Sierra Leone. Durante los años en los que este país fue devastado por la guerra civil, Macenta se convirtió en un centro de distribución de armas y piedras preciosas.
La guerra ha dejado sus huellas, de pobreza nuevas y antiguas, como la lepra, enfermedad erradicada en el mundo "rico", pero que todavía afecta a muchos, también a los jóvenes.
No muy lejos del centro de la ciudad, en la Misión Filoafricana de la Iglesia protestante suiza, surge un enorme centro para el tratamiento de la lepra, que sigue -también a domicilio- los enfermos de toda la zona circundante.
Desde hace cinco años, la Comunidad de Sant'Egidio de Macenta visita regularmente los enfermos del centro. La amistad entre los jóvenes de la Comunidad (algunos de ellos muy jóvenes, estudiantes de secundaria) y los enfermos es un trabajo contra su estigmatización. No es extraño, de hecho, encontrarles por las calles de la ciudad juntos, paseando o en grupo. Un gesto simple, pero insólito que no pasa desapercibido: un signo de amistad que ha superado una ley no escrita de discriminación.
La presencia de la Comunidad también es una forma de protección para los enfermos y defensa de sus derechos. Hace algunos meses, la crisis política que afectó a Guinea, aumentó las dificultades de abastecimiento de comida en algunas zonas, y la leprosería lo sufrió de forma grave. La Comunidad se dirigió a las autoridades civiles, realizó llamamientos a través de las radios y solicitó un movimiento de solidaridad que ha dio buenos frutos rápidamente.
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