Había dos mil personas el pasado 3 de noviembre para recordar la deportación de los judíos genoveses. Jóvenes, ancianos, judíos, cristianos y musulmanes: italianos, nuevos europeos, y también jóvenes refugiados recién desembarcados en las costas italianas y alojados en los centros de acogida en espera de la respuesta a su petición de asilo. Hicieron la marcha junto con la Comunidad de Sant'Egidio y la Comunidad Judía de Génova, recorriendo los lugares donde fueron capturados los judíos hace 72 años.
Era el 2 de noviembre de 1943. Las SS entraron en la sinagoga y obligaron a congregar a toda la comunidad el día siguiente. El 3 de noviembre empezó la redada: aquella mañana y los días siguientes fueron capturadas 261 personas. Terminaron todos en Auschwitz y solo volvieron a casa 13 personas. Cada año, desde 2010, la Comunidad de Sant'Egidio, la Comunidad Judía el Centro Cultural Primo Levi convocan a la ciudad a una marcha que recorre el trayecto que hicieron las mujeres, hombres y niños que fueron capturados aquella mañana del año 43.
También participaron en la marcha el prefecto, representantes de organizaciones locales y de la curia del arzobispado, los presidentes de la Comunidad Judía y del Centro Primo Levi. Giuseppe Momigliano, rabino jefe de Génova y presidente de la Asamblea rabínica italiana, dio las gracias por la proximidad y mirando a las personas reunidas en la sinagoga dijo: "Hoy, recordando la Shoá, somos más sensibles a las dificultades de la gente de nuestro tiempo. La Biblia enseña que una sociedad que se cierra y no es capaz de acoger a los demás, es una sociedad sin futuro".
Andrea Chiappori, de la Comunidad de Sant'Egidio de Génova, recordó que la deportación de los judíos nació de una manifestación de odio y de violencia repentina y feroz: "Los judíos se quedaron solos –explicó– y eso nos enseña que también otros grupos de personas pueden tener un triste destino, si se quedan solos. Aislar a alguien siempre es una culpa, un error, la premisa de algo grave".
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