LOMÉ (Togo) - Isaac está cansado. Dieciséis años, un pasado como el de muchos otros adolescentes de Lomé, la capital de Togo, en África occidental, uno de los países más pequeños del continente. Familia, juegos, escuela, hasta los primeros cursos de secundaria. Luego se perdió en la gran ciudad donde es fácil que muchos jóvenes pobres como él no encuentren el camino de vuelta a casa. Ahora pasa sus días allí, en el gran vertedero del barrio de Agoé, junto a otros jóvenes, algunos más pequeños que él. Su trabajo consiste en recoger, entre la basura, material de hierro para llevarlo a las "Dames", señoras que en el límite de aquel terreno infernal, con sus rudimentarias balanzas, lo pesan para revenderlo en el mercado de la ciudad. Isaac se pasa el día allí, trabajando, con sus zapatillas y sin protección en sus manos, con el riesgo que comporta de heridas y enfermedades. Por un puñado de francos Cfa, la moneda de África occidental.
Desde que conoció a los jóvenes de la Comunidad de Sant'Egidio Isaac tiene algo más: un cuaderno que le ha permitido volver a escribir y a estudiar. Y junto a aquellas hojas, el sueño de volver a una vida normal. Serge, otro joven de la calle (aunque allí, a pesar de su edad, continúan llamándoles "enfants de la rue", niños de la calle), ya lo ha logrado gracias a los amigos de Sant'Egidio, que lo conocieron mientras trabajaba en el vertedero: ahora trabaja en un taller donde fabrican falsos techos, especialmente importantes en África para proteger las casas de la calor.
La próxima cita para el grupo, que ya es bastante numeroso, de jóvenes de la calle amigos de la Comunidad de Sant'Egidio de Lomé es una gran fiesta con bailes y cantos, y al final, un regalo: botas de goma y guantes para protegerse cuando van al vertedero, mientras esperan un trabajo de verdad, dignidad y futuro.
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