Desde hace unos meses la Comunidad de Sant'Egidio de San Pedro Carchá, en el distrito de Alta Verapaz de Guatemala, ayuda a un grupo de ancianas indígenas que vivían solas en viviendas improvisadas en condiciones extremamente precarias. Los jóvenes de la Comunidad se movilizaron para encontrar una vivienda. Al final lograron obtener la ayuda de una parroquia que les dio una casa donde poder acoger a los ancianos solos. Así nació el Hogar Papa Francisco, la primera casa familia para ancianos de San Pedro Carchá.
Los ancianos que conoce Sant'Egidio pertenecen a varios grupos indígenas, hablan lenguas locales y español con mucha dificultad. Se trata de personas extremamente vulnerables y pobres, muchas de ellas no están inscritas en el registro civil, son analfabetas y están ligadas a un mundo rural cada vez más periférico. En Guatemala todavía no existe un servicio público de ayuda a los ancianos, no existen las pensiones ni tipo alguno de ayuda para la tercera edad. Cuando empiezan a fallar las fuerzas físicas y surge algún síntoma de no autosuficiencia, estos ancianos, si no tienen familiares a los que acudir, terminan vagando entre un pueblo y otro.
La Comunidad de Sant'Egidio ha decidido estar cerca de estos ancianos pobres, confusos y enfermos. De este encuentro simple y personal surge el desafío de buscar un lugar, una casa donde poderlos acoger para vivir con ellos aquella alianza entre generaciones que el papa Francisco ha invocado varias veces. Hoy el Hogar Papa Francisco aloja a 6 ancianos que no tenían relación alguna con sus familias y que vivían en situaciones de extrema pobreza. Para todos ellos entrar a formar parte de esta nueva familia ha sido una bendición y también un desafío para dejar que personas mucho más jóvenes que ellas les ayuden.
A Macaria, que tenía infección renal y gastritis, le han suministrado con paciencia el tratamiento médico indicado por el médico sin obligarla a abandonar inmediatamente las curas con hierbas de la cultura maya que continúa manteniendo. En cambio Victoria, abandonada por todo el mundo durante años, ya no creía en la fuerza de las palabras. Pasaba días enteros en silencio hasta que entendió que las sonrisas y el entusiasmo de los jóvenes de la Comunidad eran sinceros y para ella.
María tiene 77 años y solo cuando llegó a la casa Papa Francisco encontró un poco de serenidad. Sufría convulsiones y nunca la habían tratado. Ahora, en cambio, puede tomar los medicamentos cada día y ya está mucho mejor.
El Hogar Papa Francisco recibe ayuda económica de la parroquia y de la diócesis, Sant'Egidio se ocupa de la asistencia diurna, incluidos los tratamientos médicos, mientras que algunas religiosas asisten a las ancianas por la noche. Es una sinergia, una red de solidaridad que ha nacido del compromiso y la insistencia de los jóvenes que han sensibilizado a la Iglesia local sobre la situación de los ancianos de Alta Verapaz.
Así, la vida de la Comunidad de Sant'Egidio de San Pedro Carchá se mezcla con la historia de evangelización de esta antigua tierra: en aquellas zonas montañosas conocidas como Tierra de Guerra por los españoles, Bartolomé de las Casas tras el 1539 en compañía de algunos compañeros dio a la predicación un tono especial. Musicó el rosario con los principales misterios de la fe, hizo innumerables conversiones, hasta el punto de que cambió el nombre de aquel rincón de mundo por el de Alta Verapaz. Siguiendo sus huellas, un grupo de jóvenes de Sant'Egidio continúa protegiendo a los pobres, viviendo una profunda unión con Roma y muchos hermanos de todo el mundo.
|